viernes, 1 de agosto de 2014

Sobre "Desde las cenizas" de Patricia Fénix por Raúl Olguín....

Ya el título evoca un ascenso desde una fogata interminable hasta la consumación en lo más oscuro de la noche. El manifiesto es una rabiosa declaración del yo plagado de contradicciones y oximorones, en una época de incertidumbre y crisis de las ideologías, donde la única certeza es el cultivo y afirmación de la individualidad. Tal como lo expresa en su poema Cuerda Floja. “Casi estable, casi cayéndome Casi sol Al medio, siempre al medio Esperando mi hora Caer o seguir Avanzar o morir Expectante, inmortal Contradictoria, anhelante Saber que no estoy ahí ni allá Cuerda floja, arma de doble filo Dolor del corte, dolor del destino Pertenecer y no pertenecer Al mundo Real o irreal Contradicciones eternas Nada es casual Blanco negro Y yo al medio… Soy una contradicción y eso contradice mi espíritu quiero volar, quiero soñar y se me corta el hilo la pregunta es…. ¿En cuál de los dos lados caeré? …tal vez me parta en dos …. …y quede al medio”. En el poema “surealismo” Paty nos habla el amor sublime encarnado tal vez en los primeros amores de la adolescencia, que son idealización pura de los más bellos sentimientos del ser humano, anclados con el paso de los años en el inconciente, al cual, como diría Jodorosky, le hablamos con metáforas y símbolos: “Nuestras horas son solo nuestras... aunque sea en las noches de imaginación, o en mi soberbia mental aunque sea un infarto de mis emociones y me duela el pecho cuando te me escapas aunque sea mi propia imaginación de amante perdida aunque sea el libro del final de mi vida aunque sean solo momentos de brillo y angustia la rueda de la fortuna todo puede inspirar no puedo contra mí misma y sea como sea en lo más profundo de mi alma siempre serás mi amante.... porque somos seres oníricos, porque el surrealismo avasalla nuestros sentimientos porque este amor es surrealismo puro”. En walking/waiting nos hace ver su necesidad del baile un sábado por la noche, rompiendo así con la rutina semanal, quebrando la tensión con lo “apolíneo” y dándole la bienvenida a lo “dionisiaco”: “Como el tiempo no pasa en vano... nada importa. Caminaré y caminaré , aunque sea con mi hombre imaginario, ese de los pies alados, ese del corazón infinito, ese que sabe volar, bajo la lluvia en un paraguas de encaje, donde moje mis sentimientos de vida... Mientras tanto camino sola, y descanso bajo un árbol del forestal, y medito y sueño. Viviendo en los dos polos... esperando resurrección, aun no me canso. Y en las noches de sábado mis pies pecaran con la música y bailarán incesantes en un mar de baldosas, de lujuria, de perdón, porque todo se perdona cuando se desea vivir”... En el poema “vampiro” nos revela su paso por el vampirismo pre-crepusculario, como una estética del culto a la nocturnidad y el nomadismo propio de la noche: “Escaparé de este vampiro, ya no me ha de morder jamás. Lo atravesaré con la daga de la indiferencia, de la razón y de su propia maldad. Ya no chuparás más mi sangre, aunque débil aún estoy, ya no dolerás mi alma, porque al cielo ahora voy. Ya no quiero contemplar más tu rostro divino torturador, escapare de tus garras y la cruz me hará honor. Nunca me someterás más frente a tu espejo, nunca aplicaras más la seducción, ahora mi alma vuela lejos, irá con el verdadero redentor. Mi fe me salvará de tu carne, de tus caricias inexistentes y de tu dulce hedor...Juro que ganaré esta batalla maldito vampiro opresor. Mis cadenas ya van cediendo, y cuando al fin escape un ruido atronador invadirá todo tu mundo, será algo ensordecedor, será tu propio aullido, tus lágrimas de temor, angustia por quedarte solo, angustia en desamor. Y buscarás en el espejo y yo ya no estaré ahí, y caerás al fin en cuenta que has perdido a tu amor... ....y será demasiado tarde”... En “cadáver” encontramos una cierta pasión necrofílica disfrazada de despecho: “Tienes mi cadáver entre tus manos, producto de la microcefalia de mi corazón, tan ciego, tan absurdo que no pudo ni quiso creer lo que los hombres me decían Y morí muchas noches en contra de tu difamación y dolieron las lágrimas de tantos gemidos emitidos. Estacas en mi corazón una y otra vez, pero siempre permanecía en tu silencio, cobijante, esperando el segundo preciso para poder tenerte entre mis ojos... Siempre unidos como el mar y las rocas, rugientemente unidos, las poesías entonces rondaban nuestros espacios, y cuando las tormentas arreciaron, sabíamos que pronto ya escamparía. Hoy la luz se ha detenido, se ha infartado con otros entes luminosos, hoy me dejaste ciega y te fuiste. Y parece que esta vez es para siempre.... “Desde las cenizas” representa los últimos estertores de fuegos consumidos, una transición entre la disforia adolescente y la madurez adulta. Poemas como “Muerte”, “Noche”, “Fénix”, Paty nos recuerda que escribimos para espantar, o acercar la muerte en su caso, hacerla más cotidiana, “invitarla a nuestra mesa” incorporarla a nuestro universo simbólico de referencias. La poesía de Paty nos anunciaba el nihilismo noventero, el desencanto con lo que no pudo ser y no fue. El reinado de las Tribus Urbanas como “góticos” y “darks”. Paty nos enseña que “todos los días existe una forma de resucitar” trasladando en sus poemas la intensidad el instante eterno, lo efímero de pasiones genuinas. Muchas gracias.